Esta nota se escribe apenas unos minutos después de haber terminado la reunión paritaria del 3 de octubre. Contra el gobierno, contra la silenciosa complicidad del resto de los gremios estatales, contra el descuento brutal en sus salarios, contra el sabotaje de la propia conducción provincial de AMSAFE, contra todos los malos humores generados desde el 99% de los medios de comunicación, y contra sus propios miedos, los docentes santafesinos hoy aleccionaron al resto.
Era probable que les ganase el miedo. En medio de una inflación que les devora los salarios día a día, en medio de las persecuciones manifiestas de los funcionarios del Ministerio de Educación, en medio de las extorsiones y los intentos de dividirlos, los docentes consiguieron ya, que les devuelvan los atroces descuentos que aparecieron ayer en sus recibos de sueldos.
Y además, que cumplan con las promesas de 2020 y 2021, el blanqueo de las sumas en negro. Una acción prohibida para todos los empleadores, pero que el gobierno de Perotti ha convertido en una práctica habitual, a costa de seguir vaciando la Caja de Jubilaciones y el IAPOS.
Los docentes se plantaron, y antes de exponerse a una votación, los propios dirigentes provinciales y el gobierno, retrocedieron. No consiguieron que los docentes se entregaran, no pudieron torcerles el brazo, y someterlos al desgaste de dejar pasar los días, acumulando el fastidio del resto de la sociedad que se alimentaba del discurso pago de miles de periodistas que insistían con la perorata del «no se entiende, el resto de los gremios aceptaron y ellos no» ó «¿En qué país creen que viven, no ven lo que les está pasando a los privados?»
En fin. Esto es una raya de cal muy clara: hasta hoy, la burocracia sindical y el gobierno provincial, le propinaron un ajuste sin antecedentes a los empleados públicos de la provincia.
Si, a los médicos, a los enfermeros, a los policías, a los maestros y a todos aquellos que entre otras cosas, nos salvaron en medio del desastre de la pandemia.
Mientras eso pasó, el gobierno despilfarró fondos públicos «pautando» en los medios de comunicación sumas que multiplicaron por 30, a las inversiones de los gobiernos anteriores.
Mientras tanto, sembraron negocios colosales, como la entrega por decreto del juego on line, o la sanción de la ley de conectividad que costará seis veces más de lo que debía costar.
Mientas tanto siguen subejecutando todos los presupuestos, en salud, en seguridad, en obra pública y especialmente en educación. Con la excepción de la ministra, claro, que se aumentó el 175 % sus gastos de funcionamiento, llegando a la friolera de 818 mil pesos mensuales arriba de su suculento salario.
Mientras tanto, los audios que se escapan de los teléfonos celulares de los investigados por espionaje van dejando claro que durante más de dos años, en lugar de combatir al delito, el gobierno se dedicaba a espiar a empresarios de medios, de la medicina privada, periodistas, y dirigentes opositores.
Mientras tanto, los docentes se fueron quedando solos porque el resto de los gremios «progresistas» se dieron vuelta y no manifestaron ni siquiera un comunicado de solidaridad.
Pero hoy, en la reunión paritaria, el ingrávido Rodrigo Alonso, pálido, y el ministro de Trabajo, Juan Manuel Pusineri, sabían que no podían salir de esa oficina en calle Rivadavia, sin una respuesta a la calentura de los docentes.
Sabían que no había más esperas, ni dilaciones, ni una noche más sin la promesa (al menos) de devolver cada uno de los pesos que les sacaron a los trabajadores de la educación. Sino los docentes, ya lo sabían, les iban a iniciar un paro por tiempo indeterminado. Y no tenían miedo. Ya habían atravesado la línea que no iban a permitir que se atraviese.
Y retrocedieron. Tuvieron que retroceder. Lo venderán con el paquete que quieran, pero hoy, finalmente el gobierno y la propia Amsafe, tuvieron que bajar las armas, y dejar de bravuconear provocaciones.
Y el jueves, los docentes decidirán si es suficiente.
Yo no lo sé. Lo que si sé, es que los docentes santafesinos, los maestros, los que se movilizaron, los que rompieron el miedo, los que hicieron flamear sus recibos de sueldos saqueados, dijeron «hasta acá»
Y hasta acá fue. Una lección ejemplar para todos los santafesinos que creen que no se puede. Que creen que no se puede cambiar nada. Que creen, que el único camino es la rendición.