“Escalandrum. Entre Piazzolla y el Jazz”, una nueva joyita de Gourmet Musical

En Cultura REC hablamos con Fernando Ríos, autor del libro “Escalandrum. Entre Piazzolla y el Jazz”, editado por Gourmet Musical. En esta charla, dialogamos sobre la génesis y los desafíos de la obra, sobre el significado de este grupo para el jazz argentino y sobre la filosofía de esta banda que cumplió 25 años.


“Escalandrum. Entre Piazzolla y el Jazz” traza una detallada cronología del grupo y de sus músicos, partiendo de los inicios solistas que confluyeron en la formación de la banda el 1ro de enero de 1999. El trabajo de campo, que permitió la reconstrucción del recorrido escalandrum, incluye testimonios inéditos de Paquito D´Rivera, Marty Friedman y Elena Roger junto a decenas de músicos, ingenieros y productores que contribuyeron a enriquecer el camino. Aquí un adelanto de ese trabajo.

Aquella Noche Inolvidable

La vuelta al país luego de un año pleno de giras no pudo ser más auspiciosa. Por primera vez Escalandrum era nominado para los Premios Gardel, la distinción que entrega CAPIF, la cámara que agrupa a los sellos discográficos de Argentina y que a partir de 1999 distinguía la producción del anterior. Si bien la premiación estuvo siempre dividida en rubros y géneros, el jazz no estuvo considerado desde un inicio, a pesar de su rica y extensa historia local y la presencia de nombres emblemáticos. Fue incorporado recién a partir del 2003, año en el que Javier Malosetti ganó por su trabajo Villa.

En aquellos primeros años y a pesar del tardío reconocimiento, quedó muy en claro el escaso interés de los jurados por la especialidad (actitud que se mantuvo en años posteriores), ya que sólo dos nombres se reiteraron sobre la enorme variedad que ofrecía el género. El mencionado Malosetti, que repetiría su premiación en 2005 con Onix y nuevamente en 2007 con Niño y el guitarrista Luis Salinas, un músico difícil de encuadrar como parte de la movida, que obtuvo los premios en 2004 con Ahí va, un disco de salsa, boleros y candombes y en 2006, con Salinas y amigos en España, un registro que grabó en Barcelona con músicos locales y algunos argentinos. Cientos de músicos y otros tantos registros, los que cimentaron la nueva mirada del jazz argentino a partir del 2000, no figuraban por aquellos años en la mira de los “entendidos”.

Escalandrum 7

Ahora, en esa 14ta edición de los Gardel, cuya premiación se realizó la noche del 7 de noviembre en La Usina del Arte, en el barrio de La Boca; el Piazzolla plays Piazzolla de Escalandrum figuraba en tres ternas: Mejor Álbum de Jazz, Producción del Año y Álbum del Año, el rubro de mayor trascendencia retribuido con el Gardel de Oro. En la primera terna el sexteto competía con Rojo de Mariano Otero y Gran Ensamble de Paula Shocron. El álbum del contrabajista, editado por la multinacional Sony, incluía un amplio plantel de músicos de primera línea, con la participación especial de Luis Alberto Spinetta y Liliana Herrero, quienes aportaban sus voces en Hay, el segundo corte del registro. El otro ternado, el Gran Ensamble, el disco que ponía a la pianista rosarina Paula Shocron al frente de una numerosa agrupación que incluía a Luis Nacht, Ingrid Feniger y Juani Méndez en saxos, Enrique Norris en flugel, Pablo Díaz en batería y Francisco Salgado en trombón; había sido editado por el sello local Acqua Records.

Aquel rubro significó la primera gratificación para la banda que se quedó con la estatuilla destinada al Mejor Álbum de Jazz, un rubro en el que tenía claras posibilidades, pero poca difusión. “Me acuerdo que había como cuarenta periodistas haciendo notas y luego que ganamos ese primer Gardel solamente uno se acercó a hablar con nosotros”, graficaba Pipi Piazzolla.

Poco después los anfitriones Soledad Pastorutti y el Bahiano, anunciaban los postulantes a la Mejor Producción del Año, que incluía el trabajo de Escalandrum. Pero la terna presagiaba menos posibilidades ante la solidez comercial del dúo pop Miranda!, con su reciente Magistral y el icónico León Gieco con El Desembarco, su 14to disco de estudio. El registro del santafecino, que finalmente se llevó la estatuilla, era todo un acorazado. Con edición de la multinacional EMI había sido grabado en Los Ángeles con la participación de Charly García, Nito Mestre, Spinetta y Gustavo Santaolalla junto a los internacionales Jim Keltner, histórico baterista que supo tocar con John Lennon, George Harrison y Elvis Presley y el bajista Jimmy Johnson, por años sideman de James Taylor.

A las puertas de Abbey Road

Pero sin duda que el final más inesperado fue el que en definitiva sucedió. El Gardel de Oro, con que se distingue al Mejor Álbum del Año, tenía candidatos que encabezaban cualquier encuesta. Nuevamente Miranda!, un verdadero tanque en ventas y popularidad y la no menos masiva banda Babasónicos, ganadora del Oro en 2004 y que, liderada por su cantante Adrián Dárgelos, había editado A propósito, el décimo disco de su trayectoria. Completaba la postulación Vidala, de Nadia Szachniuk y Eva Sola, con un repertorio del Noroeste Argentino cantado a dos voces con el acompañamiento de caja y Escalandrum, que representando la siempre desestimada minoría jazzera, ya atesoraba esa noche un Gardel en su mochila.

Los segundos que precedieron el anuncio de Soledad y el Bahiano fueron para los escalandrunes como una sesión de relax luego de las recientes emociones. Ya tenían en sus manos una estatuilla y ahora se aprestaban, satisfechos y tranquilos, a ver la consagración de otra banda que reafirmara una vez más la supremacía comercial del pop y el rock sobre la minoritaria expresión del jazz.

Con el sobre del ganador en sus manos el Bahiano arrojó una primera pista. “Esta gente se va a poner muy contenta” dijo. Pero, claro, también Babasónicos o Miranda! calificaban para aquella definición general. Pronto Soledad agrega ‘y el ganador es…’ y en medio de la estudiada pausa comienza a escucharse Lunfardo, el primer tema del disco. Pipi mantiene vivo aquel recuerdo. “Estábamos muy cómodos todos en las butacas, esperando ver quien se lo llevaba de Miranda o Babasónicos. Incluso habíamos apostado por uno o por otro entre nosotros mismos. De pronto empieza a sonar la música y enseguida la tapa del disco aparece en la pantalla. No entendíamos nada. Y cuando el Bahiano y la Sole dicen juntos ¡Escalandrum! no lo podíamos creer. Era algo que ni siquiera había soñado”.

Gardel de Oro

El anuncio fue como un relámpago en una tormenta de emociones cruzadas. Escalandrum era el elegido y el Piazzolla plays Piazzolla invadía con su música singular un auditorio entregado al aplauso; mientras los músicos, aún shockeados por lo imprevisto, se unían en un abrazo interminable y sus familias gritaban la sorpresa desde los palcos más altos. “Esto es demasiado. No lo podemos creer. Increíble: nosotros tocamos jazz, sin cantante, sin productor y sin difusión”. Desde el escenario, un Piazzolla desbordado ofrecía unas pocas palabras de agradecimiento, buscando abrirse paso a través del espeso tejido de las ilusiones y los sueños compartidos.

Pantyrer aporta su mirada sobre la singularidad de aquella noche. “Nosotros nunca nos alejamos de lo que hacemos todos los días. Sabemos que somos músicos que vienen del jazz. Que vamos a tocar a clubes de jazz y que lo seguimos haciendo, a veces como grupo otras veces con proyectos personales más chicos, en escenarios del circuito, como Virasoro o Thelonious. Por eso, pasar de pronto por todo aquello nos resultaba inexplicable”.

Hasta aquí el premio mayor había sido para figuras de enorme popularidad y acaparado mayoritariamente por el rock. Sandro en 1999 fue el primer ganador y lo siguieron Mercedes Sosa en el 2000, León Gieco en 2001. Charly García en 2002 y 2003 (repetiría en 2018), Babasónicos en 2004, la Bersuit en 2005, Andrés Calamaro en 2006 y 2008, Gustavo Cerati en 2007 y 2010, Luis Alberto Spinetta en 2009 (ganaría otro en 2016) y Divididos en 2011.
Por eso, además de Escalandrum, todo el pequeño y destratado mundo del jazz recibió aquella noche como una caricia. Seguramente sus hacedores, los músicos que dedican su vida para aprender ese arte esquivo, se sintieron representados por aquellos seis amigos; que aún incrédulos, levantaban en lo más alto la estatuilla dorada del sombrero ladeado y la eterna sonrisa.

Fernando Ríos

Fernando Ríos nació en Buenos Aires. Es periodista. Fue Secretario de Redacción de la Agencia de Noticias Télam y se desempeñó en la Gerencia de Noticias de la TV Pública. Escribió para el semanario Newsweek, Revista de Jazz de Barcelona y para las publicaciones argentinas Living Jazz y BA Jazz Magazine. Publicó notas y entrevistas sobre el nuevo jazz argentino en la web española Registros a Media Voz de Islas Canarias, Clube de Jazz de Brasil y el diario Infobae de Argentina. Formó parte del libro Gente con Swing II, la compilación de textos de jazz que en 2020 produjeron la Universidad Nacional de Rosario y Homo Sapiens Ediciones. Desde 2005 dirige la revista online Argentjazz.

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